viernes, 16 de octubre de 2009

13 cupones


Firme un papel que dice que puedo seguir trabajando otros tres meses hasta que alguien decida nuevamente si cumplo con los porcentajes de rentabilidad. Regreso a mi lugar y mientras miro una cantidad exagerada de términos legales y condiciones que hasta el día de hoy sigo sin intender y que lo mismo me da, me siento tranquilo porque aunque siempre es difícil no saber que sigue... me queda claro que es lo que hay.
Guardo el papel y creo que nadie sabe lo que sucedió y tampoco les preocupa porque era una mera formalidad. Todos trabajan como de costumbre se tapan un oído y se aíslan en un mundo de tres paredes y un ordenador, algunas se paran y salen al balcón para hablar, escuchar, fumar, marujear o tomar café. Otra hace una matrícula pero como las cosas están difíciles lo hace con la mayor discreción para no incomodar a los que como yo no han tendió un buen mes.
Es mi primera experiencia corporativa y desde que salí del ascensor arcaico, desnivelado, con olor a sindicato y crucé la puerta a una utopía que es ahora una realidad con más de doscientas personas, donde a pesar de las probabilidades encontré o más bien me encontró un grupo sui generis lleno del más rico folklor español, una cuadrilla espectacular, que se desviven por ayudar y ser ayudados desde el primer día, que no es fácil. Les doy gominolas y con un mexicano mal hablado las gracias por pensar en todos antes de en sí mismos, por ayudarme a hablar, comer, cantar, y hasta en los viernes de cumpleaños explicarme como se toma el tequila.
Hoy no son todos los que juimos, ni estamos todos los que sémos, pero a todos gracias: Mamen, Sira, Caro, Pilar, Vanesa, Eli, María José, Laura, Elba, Kike, Adolfo, Nacho, Miguel y Pedro(por traerme y tomar la foto).